lunes, 7 de diciembre de 2015

Sobre la Economía 2 parte (Moneda)



La moneda es parte de una sociedad y depende de su idiosincrasia económica, de sus costumbres consumistas, de su productividad; incluso si sus productos son más o menos exportables, agrícolas, industriales o de materias primas; de su variedad, si necesita importar mucho, poco o nada. Las monedas, por tanto, han sido creadas de abajo a arriba, es decir por las sociedades que hacen uso de ellas y según su necesidad, y son adoptadas y adaptadas por las administraciones que poco a poco las sociedades han ido creando para facilitar su bienestar y la defensa de su identidad.
Las monedas que han estado circulando hasta hace poco, al igual de las que todavía están en uso, fueron creadas en concomitancia con su ciudadanía. Las monedas son como la hoja que cae en un río, que se adapta a sus rápidos y a sus remansos, a sus crecidas y a sus sequías.
La peseta, el marco, el franco, la lira, el escudo, todas esas monedas se constituyeron de abajo a arriba como reflejo y para el servicio de sus sociedades.

Esta pequeña introducción nos debería servir para entender el fiasco del euro, como moneda única para los distintos países que conforman la Unión Monetaria.

Para que una unión económica funcione no tiene por qué tener una sola moneda. El área económica integrada de Canadá y los EEUU funciona perfectamente, pese tener dos monedas y dos maneras absolutamente distintas de administrarlas. Sin embargo, el disponer de una moneda común para todas las sociedades que componen un área económica, tampoco tiene por qué ser perjudicial. De hecho el euro se diseñó para ser una gran moneda, fuerte y segura, y ser utilizada de intercambio por todas las sociedades que la aceptaran. El gran error del euro es que fue concebido para suplir lo natural de cada sociedad, con la disciplina y la rigidez de un patrón muy alejado a la realidad. En suma, un euro bien regulado, sin fisuras y fuerte, frente los vaivenes económicos de sus emisores, podría muy bien haberse convertido en un nuevo patrón monetario, tal como el oro lo fue hace más de cuarenta años. El resto de monedas deberían fluctuar a su alrededor, de manera libre y con el control de los distintos bancos centrales.
El euro fue una creación política, para solucionar políticamente los problemas surgidos entre unos cuantos países económicamente mal avenidos. Ahora toca lidiar con él, porque abandonarlo es imposible. El euro se ha convertido en ese patrón que nadie pretendía, pero que todos soñaban. Es imprescindible mantenerlo como tal y controlado por una entidad independiente y supranacional. Si algunos países quieren utilizarlo como moneda única, pues adelante mientras puedan, que no será siempre. El resto necesita cada uno la suya, paralela a él, bien regulada pero flotante. Muchos dirán que existe el riesgo de crear un mercado negro o que una termine asentándose una más que otra. Para lo primero diría que el mercado negro solo es posible con monedas cuyo valor es fijado por determinantes políticos. Para evitarlo, su circulación y su uso deberían estar regulados por un ente absolutamente independiente e inmune a las veleidades políticas.

Las monedas sirven para facilitar el intercambio comercial en el interior de las distintas sociedades, o entre ellas cuando están reguladas independientemente unas de otras. Las sociedades las emiten a través de un ente regulador, que decide la cantidad, su precio y el modo de distribuirlas, según las necesidades y las circunstancias.
Dicha regulación ha de servir para generar trabajo y riqueza a través del intercambio. Si el ente regulador no cumple su cometido, la sociedad que ha confiado en él entra en fallida, quizá por falta de herramientas, porque ha perdido su razón de ser y, con ello, el poder emitir moneda.

Indudablemente, cuando en una sociedad hay hambrientos sin trabajo y campos de cultivo yermos o sin cosechar, cuando hay cientos de miles de viviendas vacías y cientos de miles de personas sin techo, cuando hay millones de parados y decenas de miles de empresas abandonadas, esa sociedad ha entrado en fallida, posiblemente porque no tiene moneda y está muy mal gobernada.

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